Cerca de una nueva estrella

Hablamos del Olimpia finalista de la Copa 2013. ¿Cómo empezó? Te contamos acá.

Faltan días para el aniversario de la 7ma. Final del Olimpia, el club más glorioso del Paraguay, y uno de nuestros seguidores nos envió lo que vivió el hincha decano aquellos días. Lo separamos en 2 partes y hoy comienza así:

Tras el sueño.
Tras el sueño.

Todo empezó como una temporada más destinada a un mediocre 3er o 4to puesto, en nuestro muy caluroso enero, jugando un amistoso contra un equipo de tercera división perteneciente a una empresa de transportes de un país vecino, motivo suficiente para que hasta nosotros mismos nos burlemos. Un equipo con la más dudosa comisión directiva de toda su historia, un equipo con menos nombres que cualquier otro de Sudamérica, un equipo sin director técnico confirmado y condenado a jugar un repechaje, un premio consuelo: una PRE libertadores, un equipo sin tiempo ni crédito para nada más que llegar a ser (una vez más), la burla del eterno rival.

Arrancaba así, de la mano del hijo del DT (hoy por hoy, Iván sigue siendo el técnico más joven en la historia del club, en dirigir un partido oficial), con 11 rejuntados, alguno que otro apenas tuvo tiempo de bajarse del avión y ya se puso la camiseta para entrar a jugar, con el Jesús en la boca y rezando para simplemente no hacer un papelón histórico y como dicta la ley, estaba yo ahí juntos a mis amigos, camiseta puesta y llevada con la mayor satisfacción de todas, frente al televisor, alentando a mi viejo y querido decano, claro, con un empate de visitante, la sacamos más barata que promoción de entradas para ver a la albirroja semi eliminada.

Partidos van, partidos vienen, todavía el equipo no estaba completo ni mucho menos definido, pero a paso firme y lento, seguíamos peleando contra la adversidad de lo que significa la segunda copa, a nivel de clubes, más importante del mundo (orgullo de muy pocos ostentar haberla ganado, maldición de muchos seguir soñando con alcanzarla), pero no solamente de fútbol se habla en estas instancias, pongámosle “sabor” a esta pintoresca historia, digamos que el encargado, el mandamás, el capitán del barco nos abandona, que sobre el pucho se improvisa algo, que para nuestro equipo significa: si siguen ganando les pagamos, sino, hasta aquí llegó nuestro amor, a mayor sed de glorias, mas nubes negras nos rodeaban, alma del equipo, compañero de todos, hermano de todos, un soldado es aquejado por un cáncer imposible de vencer sin tener que abandonar a sus camaradas, Trufa querido, gracias por hacernos todavía más fuertes, por demostrarnos que habían cosas peores que simplemente no tener agua caliente en las duchas o agua mineral en los entrenamientos, o peor aún, dinero para cubrir las cuentas de los viajes y hoteles para que el equipo siga en su afán de llegar a buen puerto.

Trufa querido, el Olimpia está contigo.
Trufa querido, el Olimpia está contigo.

Quién lo diría, estábamos soñando despiertos, remando contra todas las corrientes que existan, luchando contra gigantes armados con nada más que nuestro temple y el apoyo de nuestra gente, si, estábamos en semi finales, marcando historia como siempre, inventando mosaicos y recibimientos cada vez más únicos e irrepetibles, paralizando a todo un país, todos detrás de un equipo, equipo que solamente seguían el credo de nuestro más gran dirigente de siempre, aquel que desde muy chicos nos enseñó que: LA GLORIA NO TIENE PRECIO. Palabras que ni el más pesimista se hubiera animado a discutir, palabras que lo único que hacían, eran agigantar más y más a este equipo que no paraba de derribar obstáculos, un equipo que no paraba porque simplemente ya estaba en una nueva final, para muchos la primera, para algunos, nada más y nada menos que su séptima final de copa.

Es acá donde más de uno, pusimos en pausa ese sueño, esa euforia, esa alegría que ya no nos cabía en el cuerpo, para recordar y pensar en los que ya no estaban, claro, porque después de tantas noches de llanto alegre, también nos quedaban lagrimas para los que no llegaron a su séptima final, aquellos que sabemos, estamos seguros, que estarían ahí abrazados y llorando con nosotros hasta ya no poder, queriendo que esto dure para siempre, que nuestro equipo, el equipo de nuestros seres queridos que nos miran desde arriba, no se baje nunca más de ese pedestal, que desde donde sea que nos miren, un abrazo eterno nos une, ese abrazo que solamente nos roba nuestro equipo, nuestra camiseta, nuestros colores.

No te pierdas mañana la parte final.

Texto de @Loslupis.

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Colaborador de Cancha Chica
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